Me llamo Enrique Baró Ubach y durante 3 años trabajé de mecanógrafo en una agencia de noticias deportivas. Pese a que mi velocidad dista mucho de ser de 350 pulsaciones por minuto, cada domingo por la tarde, llamaba a cronistas voluntarios de toda España que me daban parte de partidos de regional, de preferente o de juveniles que habían tenido lugar en cualquier rincón.
Partidos donde había más jugadores que público.
Gente que lo hacía por ilusión. Jugar.
Crónicas de partidos que nadie iba a leer.
Gente que lo hacia por entusiasmo. Mirar. Anotar. Explicar.
Son tantas las personas que he conocido sin conocer. Son tantos aquellos que me explicaban partidos que sólo ellos habían visto. Este proyecto tiene también una deuda con todas aquellas voces que, cada domingo, me hablaban al oído hiciera frío, calor, lloviera o nevase.