16.5.07

DEL CABEZAZO DE ZIDANE A LOS 31 DE PERUGIA [PASANDO POR CAMORANESI]

En abril del 2005, los videoartistas Douglas Gordon y Philippe Parreno decidieron seguir, única y exclusivamente, a Zinedine Zidane con 17 cámaras Súper 35 mm y HD durante los noventa minutos de un Real Madrid-Villarreal. Era Zinedine Zidane quien creaba el campo [de acción].
Un año después, en la final del Mundial de Alemania, en su último partido, Zidane dio un cabezazo a Materazzi. Probablemente a día de hoy no hay nadie que no haya visto esa imagen. Pese a que la pelota [auténtico generador de acción en un terreno de juego] no estaba allí, el enjambre de cámaras que allí había no podía permitirse el lujo de dejar fuera de los límites del plano una acción tan connotativa.
Aquello que entra en plano incluye, paradójicamente, todo aquello que es incapaz de contener.
En la final del Mundial, Italia era un país bajo sospecha. El caso Moggiopoli había sacudido al país y se estaba cobrando sus primeras víctimas: cinco campeones del mundo eran jugadores de la Juventus, vencedora de los dos últimos campeonatos, e iban a ser castigados a purgar sus pecados en la segunda división.
Dos de ellos decidían abandonar la nave. Otro, Mauro Germán Camoranesi, el 29 de julio del 2006, se revelaba contra ello con una frase que no deja de ser sintomática: “Yo soy campeón del mundo, no puedo jugar contra el AlbinoLeffe”.
Fue así como, gracias a Camoranesi, gracias a Moggi, gracias al descenso de categoría de la Juventus de Turín, el AlbinoLeffe entró en campo. Algunos medios de comunicación otorgaron sus cinco minutos de gloria al equipo de la provincia de Bergamo que, una vez superada la novedad, volvió a su confortable fuera de campo.